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haciendo historia

Entre los siglos VIII-V a.C. Aparentemente hubo en Hallstat dos grandes grupos diferenciados. Uno, perteneciente a la Edad del Bronce, que incineraba a sus muertos, guardando sus cenizas en urnas. Otros, ya en la Edad del Hierro, que los enterraban. Y no parece que se produjese un cambio brusco de costumbres, ya que hay un amplio periodo en el que se usaron ambas. Otro cambio en las tumbas es el paso del carro de cuatro ruedas al de dos. La explotación a gran escala de estas minas de sal ––en la región que actualmente se llama Saltzberg (Montaña de Sal), cerca de Salzburgo (la Ciudad de la Sal)–– fue una aportación crucial a la vida cotidiana de los pueblos con los que mantuvieron contactos comerciales (al norte, godos y proto-escandinavos; al sur, griegos y etruscos), ya que, además de su utilidad para curtir pieles, posibilitaba la conservación de la carne y el pescado durante largos periodos de tiempo. Hasta tal punto fue importante que la palabra salario proviene de la sal usada como pago por un trabajo.

 

 

Pero no menos importante fue su pericia metalúrgica en la elaboración de herramientas, armas y joyas, primero en bronce y más tarde en ese metal que revolucionaría a toda la civilización humana: el hierro. A Europa llegó bastante tardíamente, ya que en oriente, tanto chinos como hititas llevaban usándolo alrededor de un milenio. En cualquier caso, los celtas aportaron a Europa una auténtica revolución tanto en el ámbito militar como en el agrícola y en el artesanal.

 

Tras tres intensos siglos, a la cultura de Hallstat le sucedió la de La Tene, a la que también se llama Segunda Edad del Hierro. Como ocurre en estos casos, hubo un periodo en que ambas culturas convivieron, hasta que la segunda terminó por implantarse. El centro de este nuevo periodo se desplaza hasta la actual Suiza, a orillas del lago Neuchatel. El arado y la guadaña supusieron la gran revolución para la agricultura europea, como lo fueron los salazones o el molino rotatorio en la alimentación. Las nuevas armas, más baratas y fuertes, y las llantas para las ruedas o las herraduras para los caballos facilitarían las grandes oleadas de expansión, en todas direcciones, hacia nuevas tierras, donde las diversas tribus construyeron poblados de considerable tamaño, compuesto por campesinos armados, en el que figura real solía estar sustituida por un consejo de ancianos o una nobleza guerrera que elegía a un jefe entre ellos.

 

 

 

Civilizaciones Antiguas - Los Celtas

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